Broches Inoportunos


Salí de mi casa con uno de esos sostenes que se abrochan al frente. Últimamente había estado pensando que por qué se inventaron con el broche atrás si con el de adelante son tan cómodos… Y encontré la respuesta.

Broche Inoportuno
Tenía que ir al banco así que me armé de paciencia y metí los lentes y un libro en la cartera; mala mía: no metí un suéter. Como es costumbre en mi lento y azul banco, al pedir el papelito me decía que tenía unos 26 números en espera me daba el cínico aviso -que no sé a qué programador engañado se le ocurrió incluir- de “tiempo de espera estimado 30 minutos”. Right.

Me senté con toda paciencia al lado de la típica doña quede da cuenta de que están pasando más números de la serie 800 que la del 900 y me entretuve viéndola meterse con los empleados hasta que le tocó pasar; lo último que escuché de ella fue un característico “el que no llora no mama” que se alejaba al son de unos tacones gruesos. Ahí me concentré en mi lectura. Estaba frío así que crucé los brazos, y mientras seguía leyendo los iba apretando más y más. En algún momento se me cayó el marca libros y me agaché a recogerlo y fue ahí cuando lo sentí: las niñas estaban más cómodas que de costumbre, es decir, se me había soltado el susodicho brochecito del sostén. Mi cara de disimulo/estoy-jodida debe haber sido digna de fotografiar.

“Tranquila, ya lo vamos a solucionar”, me dije, “trata de enganchártelo rapidito que nadie lo va a notar”.
Así que aun encorvada agarré un lado,agarré el otro y ¡zas!, no funcionó; el muy caprichoso broche se enredaba en la camisa y no lograba enganchar. Dios. “Bueno, inténtalo de nuevo” -pensé- pero para mi desgracia se repetía la escena una y otra vez hasta que se me ocurrió subir la mirada y ver a un señor, cincuentón supuse, con las cejas lo más arriba que su frente le permitía. Obviamente, una chica agarrándose las lolas en un lugar público y murmurando entre dientes “Co… Dsu mmmhh…” debe haber sido un momento wtf para él. Porque es un tabú que las mujeres se agarren las lolas en público ¿saben? Un hombre se estruja el paquete en público y todos piensan que es un mamarracho pero nadie piensa que es un anormal. Con las mujeres no pasa lo mismo.

Así que opté por la cara de poker y mantener los brazos cruzados, después de todo no quería que aquello se fuese abriendo más y más. Intenté la misma operación varias veces pero el ojo derecho del hombre estaba qdemasiado pendiente, cada vez que hacía un movimiento sentía cómo de una vez se le activaba la alerta. Señor, dame paciencia. Miraba el reloj y los minutos pasaban y pasaban, empecé a ver alrededor pero no había un baño o una esquina desocupada y dije “bueno, espero que me toque una ejecutiva de cuenta”.

Y como Dios aprieta pero no ahoga, me tocó una tipa, llegó mi turno y me paré abrazando la cartera, haciendo como que no podía entre el libro, la cartera y los papeles. Cuando llegué al cubículo y antes de decirle a qué venía le lancé: “perdón, pero se me desabrochó el sostén hace como media hora y no me lo he podido abrochar ¿Te importa si me subo un poco la camisa?”, ella me dio la sonrisa de palantemarik y yo la amé; era la complicidad entre mujeres en pleno. Logré abrocharlo sin mayor esfuerzo y le dije con una sonrisa en los labios: “Gracias, ahora sí, vine a…”
Amanda QuinteroAmanda Quintero
Economista y escritora por accidente. Curiosa por naturaleza y con ínfulas de viajera. Amo una buena carcajada, una historia que me haga llorar, una canción pegajosa. Me encanta el humor incongruentemente inteligente. Disfruto de la cotidianidad sencilla, interrumpida por lo novedoso. Actúo por convicción. Twitter: @amandaisabel87
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